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La opción evangélica por los pobres y contra la pobreza

Dr. Fray Jorge Domínguez, OFM

I Jornada Pedagógica (22/02/2014)


La opción por los pobres ha surgido en América Latina, continente mayoritariamente pobre y cristiano. Puebla la remite a Medellín, "que hizo una clara y profética opción preferencial y solidaria por los pobres" (n. 1134) y consagra la expresión opción preferencial por los pobres en el contexto de la misión evangelizadora de la Iglesia. Con esa opción se quiere indicar tanto el destinatario como el contenido de la evangelización:


"La opción preferencial por los pobres tiene como objetivo el anuncio de Cristo salvador que los iluminará sobre su dignidad, los ayudará en sus esfuerzos de liberación de todas las carencias y los llevará a la comunión con el Padre y los hermanos, mediante la vivencia de la pobreza evangélica" (n.1153)


La fundamentación de la opción está en la evangelización del mismo Jesús (n.1141) y en la defensa y amor de Dios hacia ellos por el mero hecho de ser pobres (n.1142); históricamente está exigida por “la realidad escandalosa de los desequilibrios económicos en América Latina” (n. 1154). En cuanto opción pastoral, esta opción es preferencial, no excluyente; no significa, por tanto, desatender la evangelización de otros, aunque se insinúa que incluso para la evangelización de los que no son pobres esta opción es muy importante y necesaria.


"El testimonio de una Iglesia pobre puede evangelizar a los ricos que tienen su corazón apegado a las riquezas, convirtiéndolos y liberándolos de esta esclavitud y de su egoísmo" (n. 1156).


Dimensiones teológicas para la opción por los pobres


Los pobres de la opción son históricamente pobres; son los empobrecidos por otros. Pobreza no es mera carencia, no es mera dificultad de dominar la vida, sino dificultad de vivir causada por otros e ignominia añadida introducida por otros.


La pobreza entonces “clama al cielo” (Medellín, Justicia I), “es contraria al plan del Creador y al honor que se merece” (Puebla, 28). Esta opción tiene varias dimensiones y motivaciones teológicas:


I. Dimensión humana creatural (de parte del ser humano)


Jesús menciona la parábola del samaritano compasivo para explicar cuál es el mayor de los mandamientos, pero el contenido de la parábola no basa la reacción del samaritano en que quisiera o tuviera que cumplir un mandamiento, sino en algo más primigenio: en la compasión y misericordia que siente ante el herido.



Afirmar que la opción por los pobres es salvación es, además, afirmar que la salvación es posible; es apostar por la esperanza en la historia, que la última palabra de la historia es bendición y no condenación.


Afirmar que de los pobres es el reino y que quienes optan por ellos entran en el reino es la forma de aceptar que en la historia hay un sentido último contra muchas apariencias; es una forma de fe que mueve a optar, fides qua, pero que posee también un contenido, fides quae, explícito o implícito: hay salvación.

II. Dimensión teológica (de parte de Dios)


Dios se revela como quien hace una opción por los pobres y esa opción es mediación esencial de su revelación. En el hecho fundante del pueblo de Dios está un acto parcial, la liberación de Egipto, a través de la cual Dios se muestra como Él es.


El Dios bíblico es fundamentalmente un Dios vivo, autor y defensor de la vida. Siempre que alguien ve amenazada su vida y tiene que morir antes de tiempo, puede contar con la presencia y con el poder de Dios, que de alguna manera acude en su ayuda. Por su propia naturaleza, Dios se siente impulsado a acudir en socorro del pobre, carente de vida (cf. Ex 3,7-9). El culto grato a Dios ha de ir acompañado de la justicia y de la conversión al necesitado y oprimido (cf. Is 1,10-17; 58, 6-7; Mc 7, 6-13). Al optar por los pobres, la Iglesia imita al Padre celestial, que está en los cielos (cf. Mt 5,48).


III. Motivación cristológica (de parte de Cristo)


No se puede negar que Cristo hizo personalmente una opción por los pobres y los consideró como los destinatarios de su mensaje (cf. Lc 6,20; 7, 21-22).


Cumple la ley del amor en que se acerca a los que yacen en el suelo, como el buen samaritano (cf. Lc 10, 25-37), que hace del desconocido un prójimo y del prójimo un hermano. Los seguidores de Jesús que forman la Iglesia realizan esta opción hoy en los cuadros de la pobreza generalizada como manera eminente de expresar la fe en Cristo.


El valor permanente de la opción de Jesús por los pobres es, pues, claro: hay que ver la historia desde ellos y, escandalosamente, como esperanza para ellos; hay que poner signos de todo tipo en su favor, benéficos y liberadores, hay que denunciar y atacar el anti-reino desde su raíz. Y hay que optar por los pobres, introducirse en el conflicto de la historia por salir en su defensa, aunque en ello surja la persecución y la muerte.


IV. Motivación eclesiológica (por parte de la Iglesia)


Ante la marginación y el empobrecimiento de las grandes mayorías latinoamericanas, la Iglesia continental, urgida por las motivaciones arriba referidas y movidas por un sentido humano de compasión, ha hecho una solemne opción preferencial por los pobres, iniciada en Medellín (1968) y ratificada en Puebla (1979). Los obispos reconocieron "la necesidad de conversión de toda la Iglesia a una opción preferencial por los pobres en orden a su integral liberación" (Puebla, 1134).



Partiendo de los anhelos y luchas de los pobres, la Iglesia se esfuerza por acentuar su evangelización de modo que todos se sientan instados a vivir su fe también (no exclusivamente) como factor de transformación de la sociedad en el sentido de una mayor justicia y fraternidad. Todos han de realizar una opción por los pobres: los ricos opten con generosidad y resueltamente por los pobres reales, y los pobres opten por otros pobres o por los más pobres que ellos.


La dimensión eclesial de la opción por los pobres es constitutiva de su misión evangelizadora. La iglesia se hace Iglesia en la medida que vive y comunica el Evangelio de Jesús desde la causa de los pobres.


V. Motivación escatológica (de parte del juicio final)


Jesús es claro en su Evangelio: en el momento supremo de la historia, cuando se trata de nuestra salvación o perdición eterna, lo que cuenta de hecho es nuestra actitud de aceptación o de repulsa de los pobres (Mt 25, 31-46).


El propio Juez supremo se esconde detrás de cada oprimido, considerado como un hermano pequeño de Jesús (Mt 25, 40). Sólo comulga definitivamente con Cristo el que efectivamente ha comulgado en la historia con los sacramentos históricos de Cristo, que son los pobres y los necesitados.


Hay salvación cuando se opta por los pobres en cuanto tales, sin que ninguna otra cualificación en ellos tenga que forzar la opción; se opta porque tienen hambre, sed, desnudez, enfermedad, cautividad. Y el hecho mismo de optar por ellos, de ayudarles y servirles, independientemente de la conciencia explícita con que se haga eso “Señor, ¿cuándo te vimos hambrientos?”, produce salvación y hace vivir como seres humanos salvados.


***


Es un gusto, como cada semana, compartir el fruto del Seminario. La formación que nuestro maestro y amigo el Dr. Fray Jorge Domínguez nos ha dado a lo largo de estos años nos ha servido para poder dar pasos más firmes en tratar de cumplir nuestra misión en el Seminario. El poder llegar a ustedes abre un nuevo capítulo en nuestra historia. ¡Hasta la próxima!


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