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Miedo, violencia de género y memorias colectivas

Por Selene Hernández Pérez


La crisis de la desaparición

De acuerdo con Velasco-Domínguez y Castañeda-Xóchitl (2020), la desaparición de mujeres, niñas y adolescentes se debe a dos procesos macroestructurales: uno es la desposesión de los cuerpos de las mujeres para la acumulación capitalista y para el reforzamiento de los modelos tradicionales de género por parte de organizaciones criminales y agentes tradicionales; y el segundo, continúan las autoras, es “…la violencia sistemática contra las mujeres perpetrada por fuerzas de seguridad y agentes del Ministerio Público.” (Velasco-Domínguez y Castañeda-Xochitl, 2020, pág. 114) Ambos procesos convergen en la violación de los derechos a su integridad.


Cabe resaltar que el contexto nacional marca una crisis de cifras preocupantes. El 7 marzo del 2022, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas de la Comisión Nacional de Búsqueda (en México) brindó el siguiente dato: de diciembre del 2018 hasta el 7 de marzo del 2022 se contabilizaron 4,267 mujeres y niñas desaparecidas y no localizadas (¡Casi 4 mujeres o niñas desaparecidas cada día!) (Pérez & Quiroga, 2022)


El tema de la desaparición se vuelve ambiguo y oscuro, especialmente cuando las y los desaparecidos quedan en el olvido burocrático, es decir, cuando no se llevan a cabo los procesos de búsqueda por parte de agentes del Estado. Entonces ¿qué pasa? ¿Cómo se responde socialmente a este fenómeno? La única forma de darle lucidez y entendimiento es a través de la construcción del relato de lo que ocurrió, la definición del pasado, y de la versión que se contará sobre este fenómeno. (Vinyes, 2016, pág. 14) De esta forma, los familiares buscan alternativas no estatales para continuar, definir, y en muchas ocasiones darle sentido y fin a la búsqueda.



Aquí es donde se el acompañamiento en la búsqueda de mujeres desaparecidas, realizado por las organizaciones civiles, contribuye de forma significativa a tratar de reparar el daño de los familiares por medio del reconocimiento de la necesidad de verdad, la resignificación e impulso de la construcción de una memoria colectiva y el reclamo real de justicia. De esta manera es posible plantear: ¿las búsquedas llevadas a cabo por organizaciones civiles son una forma de resistencia?


La respuesta ante un Estado omiso

La movilización y organización colectiva de rastreadores se presentan como una alternativa ante el quehacer de las fiscalías omisas o ineficientes, que con independencia (que no total autonomía total frente al Estado) organizan y aprenden a “remover la tierra para encontrar los restos de alguien que podría ser su hijo…” (Fregoso, 2017)


De acuerdo con las autoras Velasco-Domínguez y Castañeda-Xóchitl (2020: 115), “los niveles elevados de desaparición de niñas y adolescentes se pueden asociar con altos índices de trata de personas para fines de explotación sexual y laboral, violencia de género y feminicidios sistemáticos.” En consecuencia, se ha puesto en duda la capacidad del Estado mexicano para garantizar la seguridad, la igualdad y el ejercicio pleno de derechos a un grupo específico de la población. (Virilio, pág. 9) Bajo este contexto es posible colegir la falta de políticas del Estado mexicano orientada a corregir y disminuir este tipo de hechos sistemáticos.


El acompañamiento en la búsqueda de mujeres desaparecidas, realizado por las organizaciones civiles, contribuye a reparar el daño, pues reconocer la desaparición implica no parar en los esfuerzos por localizar a la persona, re-encontrar sus pasos y a sus perpetradores. De acuerdo con Martínez y Falleti, las organizaciones han contribuido con el reconocimiento del término “desaparición forzada” en el ámbito jurídico, legal y psicosocial (Martínez Treviño & Fernanda Falleti, 2018) Esto significa que, según los autores citados, por ejemplo, los familiares de la persona desaparecida siguen gozando de los mismos derechos (como la seguridad social) mientras está ausente. (Martínez Treviño & Fernanda Falleti, 2018, pág. 36) De esta forma se insiste al Estado: seguir buscando.


Sobre la desaparición en el dominio de lo psicosocial, la definición pertenece al terreno de lo íntimo y sin embargo tiene alcances políticos y sociales, pues la indefinición de la desaparición (no se encuentra vivo, pero tampoco muerto) causa una problematización que, al ser un fenómeno repetitivo y de triste cotidianidad, crea una fuerte significación en la práctica de la memoria colectiva de la sociedad en cuestión. (Martínez Treviño & Fernanda Falleti, 2018, pág. 40) A la vez, en comunidad se refuerza el tejido social y la confianza por medio de activismo y reclamos orientados al ámbito jurídico-político.


¿Qué más se espera al intentar reparar a las víctimas? ¿Es posible esperar una reparación total después de hallar un cuerpo, un indicio de su muerte? Quizá las acciones para resarcir nunca sean suficientes, pero el olvido no es la mejor opción.


Bibliografía

Martínez Treviño, J. A., & Fernanda Falleti, V. (2018). Desaparición forzada, subjetividad y vida. El caso de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León. En R. Manero Brito, E. M. Juárez Salazar, & V. Fernanda Falleti, Psicología Social y realidades contemporáneas de México.Una mirada en conjunto deestudiantes y profesores. México: UAM-Xochimilco.

Pérez, M., & Quiroga, R. (2022). Desapariciones de mujeres, en niveles históricamente altos. El economista. Recuperado el 14 de marzo de 22, de https://www.eleconomista.com.mx/politica/Desapariciones-de-mujeres-en-niveles-historicamente-altos-20210308-0008.html

Richard, B. (2016). Prefacio. En P. Virilio, La administración del miedo (págs. 7-12). Pasos perdidos.

Velasco-Domínguez, M. d., & Castañeda-Xochitl, S. (2020). Desaparición de mujeres y niñas en México: aportes desde los feminismos para entender procesos. Íconos. Revista de Ciencias Sociales(67).

Vinyes, A. (2016). Memoria, democracia y gestión. História e Perspectivas, 11-22.


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