Tercer Domingo de Adviento. Alegrémonos en el Señor.
- Hno. César Pablo Campos Flores
- 15 dic 2024
- 4 Min. de lectura
Hno. César Pablo Campos Flores, FSC
Nosotros, ¿Qué debemos hacer? (Lc 3,18). Es la pregunta que resuena en el evangelio del tercer domingo de adviento. Una cuestión realmente sugerente que sin dejar lugar a dudas puede resonar en la amplitud de los distintos ámbitos en los que nos movemos las personas: trabajo, familia, grupos sociales, etc., pues de cierto modo los seres humanos estamos inclinados a querer saber qué es lo que se espera de nosotros en los distintos ámbitos en los que nos desenvolvemos, incluso aquellos más cínicos que expresan no importarles las expectativas de otros.
Surge de allí la primera relación con el adviento:tiem po de espera. Y esta expectación evoca una reflexión acerca de lo que estamos viviendo en estos momentos dentro del contexto global en donde por un lado nos asecha una incertidumbre que se ha vuelto compañera constante en lo referente a las situaciones de conflictos geo-políticos como los que se viven entre Rusia y Ucrania y en el Medio Oriente; expectación ante las situaciones ya cotidianas de violencia presentes en México y la creciente expectación por lo que depara el nuevo “imperio” de Trump desde los Estados Unidos. También esta espera se vive desde el mundo digital con el acelerado incremento en el uso de la inteligencia artificial.

Por un lado, guerra e incertidumbre global y por el otro una sensación de que nuestra vida se ha aligerado gracias a la aparición de la inteligencia artificial al alcance del público en general, pues da la percepción de que se cuento con un aliado en la resolución de muchas de las tareas cotidianas, sobre todo en aquellas de índole digital, académica y de oficina. Pero a pesar de ese gurú tecnológico, creo que ahora nos pasaría igual que todos aquellos personajes que fueron a preguntar esas dudas existenciales a Juan el Bautista: ante toda la vorágine del mundo ¿qué debemos hacer?
Juan miraría todo esto con suspicacia, y volvería a recomendar desde nuevos lenguajes lo mismo que a sus coterráneos de la Palestina del siglo I: compartir en lugar de aislarse, ser justos con nuestros colaboradores, tratar bien al otro y estar agradecido con lo que se tiene. Sin duda Juan vomitaría todas aquellas parafernalias que invitan a que la misión de la vida es centrarse en el yo y buscar la felicidad, entendida esta como una narrativa que promete que uno puede convertirse en la mejor versión de sí mismo, centrando todos los esfuerzos en uno mismo y entendiendo esta tarea como un esfuerzo meramente individual (Cabanas y Illous, 2019).
Esta mirada ofrecida sobre todo por los grandes conglomerados de las industrias y el mercado, le otorgan a la felicidad una visión individual. Sin duda el éxito de la inteligencia artificial está ligada también a esta concepción en la que un asistente personal orienta inquietudes personales, erradica la formación del pensamiento crítico, pues ahora lo que más interesa no es pensar ni cuestionar sino más bien ser productivo, adelantar trabajo, hacer más rápido las cosas para poder hacer más, dejando de lado la introspección y la mirada hacia los más necesitados.
Juan mismo expresa la preocupación por una vida acelerada y productiva, se lo dice a los recaudadores: no exijan de más; a los soldados les expresa que se contenten con su paga, es decir, que dejen de lado la expectación de la ambición, es así como la verdadera vida comienza, en donde se deja de lado la urgencia y las ansias, para simplemente estar presentes, ser y ya (Han, 2023). Esa es la verdadera espera anunciada por el adviento.
Curiosamente se propone esto en una época marcada por el tráfico, el caos, las prisas, las luces, el consumo desenfrenado y los excesos. Chittister (2009) en su libro sobre el año litúrgico expresa las maravillas escondidas del adviento en medio de todo ese bullicio: ver más allá de lo obvio, adiestrarnos a ver lo que hay detrás de lo aparente, buscar a Dios en los lugares ignorados. Entre tanto movimiento, la expectación nos puede invitar a pensar en esta existencial cuestión: ¿por qué estás gastando tu vida? Es decir, cuál es el motor que le está dado vida a todo lo que eres y lo que haces.
Esa dimensión interior, mística y profunda está muy latente en el mensaje del domingo de la alegría, el Gaudete, pues va más allá de la falsa alegría del consumo. Pero Juan expresa claramente que la felicidad y el “qué debemos hacer” no está completo solo con un acercamiento a nuestra interioridad, sino que se completa con otro movimiento: el de ir a los que menos tienen. Adentro y afuera. Silencio y servicio.

Iluminan a este respecto las advertencias de Francisco (2020) en la encíclica Fratelli Tutti, que bien puede ser uno de los nuevos Juan el Bautista de nuestros tiempos: desconexión de las nuevas generaciones con los ancianos, relegándolo su olvidándolos; obsesiva reducción de los costos laborales, descartando a las personas. Advirtiendo que un progreso que surge sin ver la miseria de alrededor del vecino, es un engaño, pues en este mundo estamos tan interconectados unos con otros y aquí o nos salvamos todos o nadie se salva.
Por lo tanto, la alegría del adviento debe ser entendida en ese encuentro profundo que supera superficialidades y narcisismos, conectado con el encuentro, con el sufrimiento del otro, para buscar entretejer una alegría colectiva, una armonía que surge de la comunidad, desde donde será más factible hacer frente a los problemas globales y a los retos tecnológicos que parecieran robarnos nuestra visión crítica.
Referencias.
Cabanas, E., & Illouz, E. (2019). Happycracia: Cómo la ciencia y la industria de la
felicidad controlan nuestras vidas. Paidós.
Chittister, Joan (2009). El año litúrgico. La interminable aventura de la vida
espiritual. Sal Terrae.
Francisco. (2020). Fratelli tutti: Sobre la fraternidad y la amistad social. Librería
Editrice Vaticana. Recuperado de https://www.vatican.va
Han, B.-C. (2023). Vida contemplativa: Elogio de la inactividad. Herder.
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Un mensaje crucial. Construir una comunidad justa y solidaria requiere conectar generaciones y reconocer el sufrimiento de los demás. Este Adviento nos recuerda que solo podemos afrontar los problemas actuales de manera colectiva, por lo que debemos valorar la comunidad y la empatía. ¡Una hermosa reflexión! geometry dash
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