Sobre la conversión ecológica
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Sobre la conversión ecológica

Por Alejandro Aguilar


 

El papa Francisco ha llamado infinidad de veces a la “conversión ecológica” como un cambio cultural, que arraigue en las conciencias de la población, para limitar el efecto de nuestras actividades sobre el medio ambiente. Dicho imperativo es considerado necesario a la par –me atrevería a decir, más allá– de los cambios tecnológicos que las industrias verdes promueven como panacea frente a la crisis ambiental.


La paradoja de Jevons ofrece un buen ejemplo de tal necesidad. William Stanley Jevons (1835-1882) fue un economista inglés que formuló –entre muchas otras cosas– la relación contradictoria que tenía el avance técnico sobre el medio ambiente. Jevons realizó la observación de que “el cambio tecnológico que incrementa la eficiencia con la que un recurso es usado, incrementa y no disminuye la tasa de consumo de ese recurso”[1]. Esto es relevante pues, como Blake Alcott menciona, desafía el sentido común sobre la relación entre eficiencia y consumo.



Por ejemplo, si una persona tiene un vehículo antiguo que consume 1 litro de gasolina por cada 10 kilómetros en ciudad, probablemente pueda racionar su uso a lo más básico: realizar 5 viajes semanales ida y vuelta de su casa a su lugar de trabajo. Si cada viaje redondo es de 10 kilómetros, estará consumiendo 5 litros de gasolina a la semana que, suponiendo un costo de 20 pesos por litro, significará un gasto semanal de 100 pesos.

Para su fortuna, la persona en cuestión pudo adquirir un modelo más nuevo (aquí el cambio tecnológico) con una eficiencia de 12.5 kilómetros por litro. ¡Buenas noticias! Para realizar su trayecto semanal de 50 kilómetros la eficiencia energética de su nuevo carro le permite ahorrar 1 litro de gasolina (buenas noticias para el planeta) y 20 pesos (buenas noticias para su bolsillo) a la semana.


Sin embargo, la perspicaz observación de Jevons le permitió observar que en términos generales eso no ocurre. En el contexto de nuestro caso, a pesar de que la eficiencia de los motores ha aumentado considerablemente, el consumo de gasolina puede aumentar. Este efecto de rebote es lo que explica la paradoja. Si volvemos a nuestro ejemplo imaginario, es factible suponer que al descubrir que, puesto que cada desplazamiento le resulta más económico, la persona en cuestión cambie sus hábitos y empiece a usar su vehículo también en fin de semana. Un viaje a las afueras de la ciudad de 25 kilómetros bien podría significar 2 litros adicionales de combustible a la semana (6 en total frente a los 5 con el vehículo anterior).


Un caso similar podría plantearse con una familia que cambia sus focos convencionales de filamento por focos “ahorradores”. Confiados en que el consumo de los segundos es más bajo, dejan de tener el cuidado habitual para apagar las luces que no se estén usando y terminar consumiendo más energía eléctrica que cuando sus focos no eran “ahorradores”.

Lo anterior revela que si no limitamos el consumo que realizamos de recursos naturales y energía, las transformaciones ecológicas pueden ser nuevos vectores de la depredación ambiental (disfrazada de “capitalismo verde”). Nuevos patrones de consumo, ajustados a las necesidades de las comunidades, permitirán también ampliar el espacio ecológico para que personas empobrecidas puedan acceder a mejores condiciones de vida mediante la ampliación de su consumo[2]. Para lograrlo no requerimos únicamente más eficientes tecnologías, sino concebir formas más equilibradas de vivir y cuidar nuestra casa común.


 

Referencias

Alcott, Blake. “Jevons’ Paradox (Rebound Effect)”. En Degrowth. A vocabulary for a new era, 121–24. New York: Routledge, 2015.


[1] Blake Alcott, “Jevons’ Paradox (Rebound Effect)”, en Degrowth. A vocabulary for a new era (New York: Routledge, 2015), 121.

[2] Es ecofascista querer imponer draconianas medidas tecnológicas a quienes menos tienen, menos contaminan y más necesitan beneficiarse de ciertos giros productivos con relativo impacto ambiental.

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