Por Jorge Roa
A pesar de que en los últimos años la religión católica ha padecido un descenso en el número de creyentes, su presencia, valores, pero sobre todo símbolos siguen presentes hoy en día. ¿Por qué la religión sigue siendo tan importante y qué tiene que ver con los grupos criminales?
Por un lado, recordemos que la religión puede ser entendida como un “sistema de reglas” y prácticas que al final pretenden dotar de significado del cual se desprenden pautas de acción y comportamiento. (Dittmar, 2018, p. 4). Por otro lado, la violencia que se ha venido acrecentando en los últimos años en México es de preocupar y parece que, conforme pasa el tiempo, se vuelve cada vez más inhumana. Es decir, pareciera que los criminales no tienen moral alguna y que no tienen respeto por nada al ejercer una violencia brutal sobre la población, sin embargo, resulta que hay una creencia que sigue influyendo en ellos: la religión.
De acuerdo con Villatoro (2012), los criminales afianzan un culto devoto a figuras religiosas que se desprenden principalmente de la religión católica. Dichas figuras, como los escapularios o las imágenes, son utilizadas como símbolos religiosos por los criminales con el objetivo de sentirse “protegidos”, así como para contar con una fuerza “espiritual” que le permita afrontar el constante riesgo de morir en sus actividades ilícitas. Lo anterior es sólo un ejemplo de cómo la influencia de las creencias religiosas sobre la violencia y los grupos que la ejercen es un tema que merece ser investigado. Además, tomando la importancia de los símbolos católicos en los grupos criminales, sería pertinente preguntar si estos personajes tienen una especie de respeto o no hacia las figuras católicas, como por ejemplo, los obispos.
En este sentido, a pesar de que la violencia ha sido un fenómeno ampliamente estudiado en México, el rol que juega la Iglesia Católica en la violencia se ha solido dejar de lado. Lo poco que ha sido resaltado es, principalmente, la injerencia de la Iglesia Católica en el ámbito social para mediar la violencia en distintas comunidades, así como las declaraciones de los obispos católicos en el fenómeno de la violencia. No obstante, dichas posturas de los obispos varían, desde el rechazo de la violencia que ejercen los grupos criminales, hasta la aprobación de las acciones sociales de los grupos delictivos dirigidos hacia la población. Más aun, varios prelados han tenido relaciones variopintas con miembros del crimen organizado, pues pactos, limosnas y amenazas han estado presentes en la relación entre la Iglesia y los grupos delictivos.
Derivado de lo anterior, en el grupo “Investigación social para el Pensamiento social cristiano” presenté mi investigación sobre el impacto de las declaraciones de los obispos sobre la violencia, medida por la tasa de homicidios municipal.
La investigación se rigió por dos hipótesis: primera, los municipios pertenecientes a las diócesis de los obispos que tuvieron nexos o declararon a favor de las acciones sociales de los grupos delictivos tendrán una tasa de homicidios menor con respecto a las diócesis de obispos que se mantuvieron neutrales. Segundo, que los municipios que pertenecen a las diócesis de los obispos que declararon estar en contra de la violencia ejercida por los grupos criminales tendrán una tasa de homicidios mayor con respecto a las diócesis de obispos que se mantuvieron neutrales. Estas hipótesis se probaron empíricamente mediante un modelo de variables instrumentales para controlar por las diferencias que existen entre distintos tipos de diócesis.
Los resultados de esta investigación abonan evidencia empírica a la primera hipótesis: los municipios que pertenecen a las diócesis en donde los obispos declararon a favor de las acciones sociales de los grupos delictivos tuvieron una menor tasa de homicidios. Sin embargo, sorprendentemente, dicha disminución también la experimentaron los municipios pertenecientes a diócesis en las cuales los obispos declararon estar en contra de los grupos criminales, lo que contraviene la segunda hipótesis.
A partir de estos resultados se puede analizar cómo es que la Iglesia, y los obispos principalmente, tienen influencia sobre el actuar de los grupos criminales, afectando también los niveles de violencia. Esta es sólo una forma de investigar la interacción entre la violencia y la religión. Sin embargo, no podemos olvidar las palabras que pronunció el papa Francisco a los pies del Cristo de Bojayá, una figura sin brazos ni piernas destruida en una explosión durante los combates entre las FARC y los paramilitares en 2002: "Todos, de un modo u otro, también somos víctimas. Inocentes o culpables, pero todos víctimas, los de un lado y los del otro, todos víctimas. Todos unidos en esa pérdida de humanidad que supone la violencia y la muerte".
Bibliografía:
Dittmar, V. (2018). ¿Why do religious sects play a role in Mexico’s drug war ? CAPIR Center for Alternative Perspectives in International Relations, 1–12. www.capir.org/why-do-religious-sects-play-a-role-in-mexicos-drug-war/ 1/12
Villatoro, C. (2013). Aspectos socioculturales e imágenes del narcotráfico. Imagonautas, 3(1), 56–75.
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Jorge Roa es licenciado en Políticas Públicas por el por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Es miembro del Programa de Política de Drogas (CIDE-PPD) y del Proyecto de Análisis de Decisiones en Contextos Inciertos (PADeCI). Sus intereses de investigación son religión, violencia y grupos criminales. Actualmente pertenece al grupo “Investigación social para el Pensamiento social cristiano” de IMDOSOC.
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