“La hospitalidad es un modo concreto de no privarse de este desafío y de este don que es el encuentro con la humanidad más allá del propio grupo”.
(Fratelli tutti, papa Francisco, n. 90).
En plena pandemia, en uno de los momentos más críticos de ésta, apenas empezado el año, más de siete mil personas caminan juntos desde diversos países de Centroamérica para llegar a Estados Unidos.
Que miles de personas caminen juntos las carreteras de tres países; que entre esos miles de seres humanos caminen niños, niñas y adolescentes, los cuales deberían estar en otro escenario social; que lo hagan ante gobiernos incapaces de poder ofrecer posibilidades mínimas de desarrollo; y que las personas en caravana caminen a pesar de que el mundo está viviendo un momento muy agresivo en la pandemia, habla de que en este mundo hemos hecho muy mal las cosas.
Toda la región centroamericana está marcada por la pobreza, la violencia social, la ineficiencia de sus gobiernos y la dependencia económica de estos países con los Estados Unidos. Además, debemos agregar a este cuadro las consecuencias del cambio climático e incluso la sobreexplotación de la tierra que ha generado meteoros muy violentos como lo han sido los dos huracanes sufridos principalmente en Honduras.
La movilidad humana no es pareja para todos los seres humanos. Los gobiernos de la zona, incluyendo México, obedecen a políticas que atienden la seguridad nacional y los derechos de Estados Unidos y no los derechos fundamentales de las personas.
El organismo defensor de derechos humanos en Guatemala ofreció un llamado, ante el paso de la caravana de personas que huyen de la pobreza y la violencia, en el que pedía a sus integrantes que no obstruyeran las carreteras para que se respetara el derecho al libre tránsito de las personas que van en sus automóviles. Por ello, no sólo los ejércitos son utilizados para detener la caravana, sino todos los medios estatales posibles.
Mientras que el gobierno mexicano se prepara, en su retórica acostumbrada, a recibir la caravana en ciudad Hidalgo, la frontera chiapaneca con Guatemala, con “brazos abiertos”, la Guardia Nacional está destacada en gran número en dicho punto fronterizo. A los que logren pasar, se les reprimirá y hará un llamado a emprender el retorno, se les recluirá en la cárcel eufemísticamente llamada "estación migratoria Siglo XXI", para finalmente ser deportados.
Los propósitos de una migración ordenada, segura y regular, paradójicamente pueden ser usados para negar el tránsito migratorio ante los riesgos que implica migran en tiempos de pandemia. Pero la pregunta es: ¿cuándo habrá condiciones para que personas que huyen de panoramas sociales tan devastadores y condiciones climáticas adversas puedan mirar de modo ordenado, seguro y regular?
Por otro lado, la pandemia y las caravanas migrantes constituyen una oportunidad de hacer de la hospitalidad un modo concreto de experimentar el encuentro con la humanidad más allá del propio grupo y los propios intereses.
Gerardo Cruz González
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