Una matita de Romero
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Una matita de Romero

Actualizado: 25 mar 2020

Julia Esquivel


Y llegado el cumplimiento del tiempo

quiso Dios revelarnos a su Hijo

en la carne de “los condenados de la tierra”

y empezamos a conocer

por qué no había dolor

semejante al Tuyo.

Y palpamos con nuestras manos

tu miseria en la de ellos

y compartimos tus lágrimas

en sus sollozos entrecortados

por lo insoportable de su dolor.

Y su clamor

trastornó nuestra vida tranquila

reviviendo la raíz de nuestra fe.

Y nos despertamos a la Vida Verdadera

que es crisis

y conflicto

y camino de esperanza.

Y tu Espíritu

zarandeó nuestra conciencia

y sanó nuestros ojos

obnubilados por una “gracia barata”

aseguradora del cielo

y satisfecha en la tierra.

Y el más tímido de tus pastores

oyó tu voz

en el balbuceo entrecortado por el sollozo

de las madres de los desaparecidos

y se atrevió a vivir

al hacerse pobre con ellas.

E hizo suya la pasión

que te llevó a la cruz.

Y encendido en el celo de tu Amor

increpó con el ímpetu de Amós

a los que teniendo ojos no quieren ver

a los que teniendo oídos no quieren escuchar

a esos, que todavía, a sabiendas…

siguen usurpando tu nombre.

Y el pueblo pobre

reconoció Tu voz en su palabra.

Tu voz inconfundible entre mil, Señor,

espada aguda, de doble filo,

que penetra lo más sutil del pensamiento.

Y el rico insensato,

y el poderoso

y el grande… Caín,

tuvo miedo.

Y el amor del Buen Pastor

derrumbó Tu Palabra

el menosprecio de “los que no son”

para avergonzar a los que creen ser.

Y fuimos testigos de tu poder

cuando a través de su voz

nos ordenaste no matar.

Y de nuevo,

Herodes y Pilatos se amistaron.

Y cualquier D’Abuisson y la CIA

se abrazaron

e hicieron proyectos…

Y un 24 de marzo de 1980

mientras anunciaba

que el día vendrá

cuando habrá “una mesa común

para todos,

con manteles largos

como en esta Eucaristía,

cada uno con su taburete.

Y que para todos

llegará la mesa

el mantel y el con qué”.

Una ráfaga

disparada de las fauces

de un fusil

made in U.S.A.

cortó por un instante (¡solamente!)

Tu Palabra, Señor.

… llegado el cumplimiento del tiempo

Tu Palabra germina y germina

y se hace cosecha infinita

en el campo del mundo.

Y la matita

de Romero

nacida en un rincón

de América Central

se hace pan y vino

de la Solidaridad Internacional.

Tu Palabra permanece

porque ningún poder

en las galaxias, o en la tierra,

imperial o nacional,

podrá destruir jamás

ninguno de tus propósitos.

¡Resucitó!

En memoria de Nuestro Obispo y Mártir:

Óscar Arnulfo Romero

22-Mar-1986

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