La Virgen de Guadalupe como modelo educativo y de evangelización inculturada.
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La Virgen de Guadalupe como modelo educativo y de evangelización inculturada.

Por Gabriela Pacheco


El segundo día en la narrativa histórica con Monseñor Eduardo Chávez nos ha permitido adentrarnos a comprender el acontecimiento liberador sin el cual no se explica la América mestiza, la matriz que nos hermana e integra como un pueblo único y al mismo tiempo multicolor. No sólo es México, ombligo del mundo, sino trascendencia que se derrama a todo el continente, a todas las naciones, al universo entero.

Hoy sabemos que la realidad, como la educación, debe ser analizada desde la complejidad. Esa complejidad que ha caracterizado cada época y lugar. No para juzgar sino para abrir la mente y el corazón y tratar de “encajar” cada fuente, cada personaje, cada situación política, económica, educativa que llevó a que se tomaran decisiones y se narraran hechos y circunstancias que han dado paso a la historia de la humanidad.



María de Guadalupe, nombre judío y árabe, unión de culturas abatidas y menospreciadas por el pueblo español. Aquí su presencia logra y cito a Leandro Chitarroni

“que naciera un nuevo pueblo, mestizo, hijo del “imposible” encuentro y fusión de dos pueblos y dos culturas, de suyo enfrentados en un inevitable des-encuentro. Si queremos resaltar el valor pedagógico hay que analizar en él un hecho educativo tan exitoso, que llevó a los educandos del hostigamiento al acompañar, de la inquisición a la comunión, del resentimiento a la veneración, de la incomprensión al respeto, del dolor a la reconciliación, de la orfandad al advenimiento de Dios y, en fin, de la muerte a la vida, del sin sentido a la luz”.

En esa época, la Iglesia se encontraba inmersa en luchas de poder, España no disponía de otros evangelizadores que sus misioneros. Seguramente sus intenciones eran las mejores que podían tener y no cabe duda de que varios de ellos fueron santos y héroes indiscutibles, pero cuya cultura, con una herencia de siglos de lucha contra el Islam, no podía entonces concebir sino como diabólico todo lo que no fuese cristiano, y a su manera, con lo que ellos concebían, entendían y creían como el verdadero cristianismo.

No había forma de un diálogo intercultural, y si hubiera sido posible, era inconcebible llevarlo a cabo con un pueblo que practicaba, y en gran escala, la ofrenda de vidas humanas para lograr la armonía del Universo y la vida misma. Práctica que les fue prohibida y que sólo el entendimiento del acontecimiento guadalupano la pudo frenar.

Es en esta circunstancia histórica que, de manera providencial, se aparece a Juan Diego, un recién converso, María de Guadalupe, madre del verdaderísimo Dios por quien se vive, con su Hijo, el único y verdadero Dios, en su vientre. ¿Qué más providencial que este hecho?

La palabra educar significa “dirigir, encaminar para desarrollar y perfeccionar las facultades intelectuales, morales y afectivas de una persona de acuerdo con la cultura y las normas de convivencia de la sociedad a la que pertenece”, podemos considerar que el modelo pedagógico guadalupano, el método guadalupano de educar o enseñar, considera al ser humano de modo que favorece el encuentro de los protagonistas del hecho educativo, su interacción en el diálogo y la felicidad y crecimiento de los mismos.


Para el Pensamiento Social Cristiano, como para el Pacto Educativo Global convocado por el Papa Francisco, lo primero que hay que tomar en cuenta es la centralidad de la persona y su dignidad, la inclusión de toda persona en especial a quienes más necesitan ser educados para lograr que todos tengan en su mente, corazón y manos las aptitudes y conocimientos para desarrollarse plenamente y ser felices.


Esperamos con emoción la próxima reunión para continuar con el estudio y reflexión de la maravilla del Acontecimiento Guadalupano.

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